domingo, 20 de marzo de 2011

Postergarían un año la parada de la Nuclear

La Central Nuclear de Embalse, con su reactor ya envejecido, debe salir de servicio tras 26 años de actividad. El Gobierno nacional decidió –y puso en marcha– un plan no para desmantelar la usina sino para prolongar su vida útil por otros 25 años.

Para eso, deberá paralizar su marcha durante al menos un año y medio, para permitir las obras de recambio de todos los sectores críticos. Aunque hace tres años se había anunciado que 2011 era la fecha más probable de parada, es casi seguro que ese paso se postergará al menos un año.

Varias fuentes de la central embalseña admitieron que “parece descartada” la salida de servicio para este año. Además, un funcionario de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (Nasa), la empresa estatal que administra las centrales nucleares, confirmó a este diario que, aunque “la fecha no está decidida y depende de una serie de factores”, es probable que no sea durante 2011.

Ante la consulta de si los acontecimientos en Japón podrían hacer variar los planes en marcha de expansión nuclear en la Argentina, el mismo funcionario respondió: “De ninguna manera”. Descartó así la posibilidad de abrir un debate como el que se desarrolla por estos días en todo el mundo, sobre la conveniencia de continuar con los programas atómicos o, al menos, revisar las pautas de seguridad. Los planes de expansión incluyen la extensión de la vida útil de la Central de Embalse, la terminación de Atucha 2 y, luego, la construcción de la cuarta usina atómica en Argentina, que sería Atucha 3.

Desde Nasa, se señaló como probable que Atucha 2 empiece a generar energía a comienzos de 2012. Ésa sería una de las razones por la que se aguardaría para sacar de servicio a Embalse, evitando que su ausencia impacte en la demanda de energía del país. La central cordobesa aporta más del cuatro por ciento de ese total.

Ya empezó. En realidad, las obras para el “reciclado” de la usina de Calamuchita empezaron hace unos tres años, con las licitaciones por equipamiento, diseños de proyectos y adecuaciones de instalaciones. En 2009, el Congreso aprobó, casi por unanimidad, el aval del proyecto.

Ricardo Sainz, gerente del proyecto de extensión de vida útil, señaló –al ponerse en marcha ese proceso– que entre la vieja y la nueva usina no habría diferencias de tecnología, “pero sí recambios y modificaciones para mejorar condiciones de materiales y de seguridad en los componentes”. Sainz explicó que la vida útil se termina por el desgaste del material crítico, sobre todo en el reactor nuclear. “El diseño determina una vida útil, según sus materiales y componentes, y se analiza en forma minuciosa hasta cuándo pueden funcionar”, indicó.

“El momento en que deje de funcionar no depende de un decreto, sino del análisis de los sistemas. Todo está especificado. Cuando llega a su límite, ese material no puede seguir y punto”, aclaró.

Sainz detalló en esa oportunidad que el material crítico a cambiar “es el núcleo del reactor y todos sus componentes internos”, además de “los cuatro generadores de vapor y otros equipos e instrumentos”.

La Nuclear tiene paradas de mantenimiento e inspección de varias semanas cada año y medio. La última, meses atrás, fue algo más prolongada porque debieron cambiarse tres de los 380 canales del reactor, que se detectaron como afectados.

La extensión de vida útil costaría cerca de mil millones de dólares. En la empresa señalan que representa la mitad del costo de una central nueva de similares características.

Además, en defensa del proyecto, argumentan que un desmantelamiento adecuado y sin riesgos demanda una erogación casi similar, pero perdiendo en ese caso el país una fuente clave de energía, y que hay pocas experiencias en ese sentido para plantas de este tamaño.


FUENTE LA VOZ DEL INTERIOR